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  Mesianismo: Movimiento de Fe Judía
 

Mesianismo: Movimiento de Fe Judía

Introducción:

Hemos analizado, desde el punto de vista etimológico, pero más que nada bíblico que “El Mesianismo” trata de explicar la expectación hebrea relacionada con aquel profeta anunciado por Moshé/Moisés y que fue prometido a Israel como Rey, quien se sentaría en el trono de David su padre, para siempre según la promesa.  

Este personaje maravilloso, profético, misterioso, que fue anunciado en La Toráh (Instrucción/Ley Divina) (Pentateuco) Los Neviím (Profetas) y los Ketuvim (Escritos Bíblicos) fue creando al paso del tiempo una serie de tradiciones y esperanzas de redención dentro de Israel trayendo como resultado lo que hoy conocemos y llamamos Judaísmo.   Esa antigua fe hebrea hoy está contenida especialmente en el judaísmo ortodoxo, que define mucho la manera cómo nuestro pueblo ha intentado expresar su fe mesiánica en bien de todo Israel y del mundo.  

Así pues, Mesianismo es como una visión de esperanza que se apoya en la perfecta fe que finalmente YAHWÉH nos enviará Su Mashíaj, Su Escogido, El Ungido de forma única, que hará posible la realidad de todas las promesas concedidas a nuestro pueblo Israel y que afectará no solamente nuestra nación judía, sino también al resto de las naciones, pues como ha sido prometido, El Mesías deberá ser un instrumento para honra de Israel y una luz para revelación a los gentiles.

Movimiento Nazareno una rama más del Judaísmo:

En el siglo I de nuestra era común en Israel la fe mesiánica había sido contenida bajo un nombre “judaísmo”, esta fe, estaba manifestada en una diversidad teniendo 6 ramas distintas de judaísmo: Los Fariseos (Hechos 15:5), Los Saduceos (Maaseh/Hechos 5:17), Los Esenios del cual se dice que Yohanán El Sumergidor (Juan el Bautista) era parte, Los Zelotes, Los Herodianos y Los Samaritanos (Testimonio de Yohanán/Juan 4:5-7, 19-26) cada una de estas ramas era denominada “secta” palabra que significaba “partido/elección”.  Cada una tenía su propia interpretación de Las Escrituras y su propia filosofía mesiánica.  Siendo la más respetuosa de todas la Escuela de los Fariseos.

Con el surgimiento del ministerio de Yeshúa como Rab (Maestro del Judaísmo) surgió una rama más dentro de la religión judía denominada: Judaísmo Nazareno, esta rama se fue propagando dentro de Israel como el cumplimiento de la esperanza mesiánica tan anhelada y a los judíos que la abrazaban se les dio el nombre de “Netzarím” (Nazarenos) (Seguidores del Rab Yeshúa de Nazaret) (Maaseh/Hechos 24:5) , sin embargo los límites territoriales de Israel fueron sobre pasados y esta fe fue alcanzando otras fronteras, llegando así a tierras extranjeras, y en estas tierras a esta fe judío nazarena se le dio el nombre de “Cristianismo” que en términos más adecuadamente bíblicos sería “Mesianismo”, y a los gentiles (no judíos) que abrazaban esta fe se les dio el nombre de “cristianos” que en términos más hebreos sería “mesiánicos”, el cual significaba “los seguidores del Mesías Judío” con el paso del tiempo la definición del término cambio, tanto en el judaísmo como en el cristianismo.   

Hoy en día algo similar está nuevamente sucediendo, con el resurgimiento del Judaísmo Nazareno dentro del judaísmo el cristianismo está siendo desafiado a volver a ser aquello que fue en el siglo I, un movimiento mesiánico de origen y con identidad judía.   Como judíos que creemos que Yeshúa es El Mesías de Israel y como sus discípulos, nos identificamos como mesiánicos nazarenos para afirmar esa visión y esperanza que ya comenzamos a disfrutar como primicias del reino prometido a nuestros padres.   En términos simples, esto significa desde nuestra perspectiva que un judío que acepta el testimonio de Di-s con relación a la identidad de Yeshúa ben Yosef como El Mesías prometido, no deja de ser judío, ni pasa a ser “judío mesiánico” puesto que su esperanza es mesiánica en totalidad, ni tiene que abandonar las creencias y prácticas de nuestro pueblo, como nos han sido preservadas en La Toráh, los profetas, los salmos y los escritos nazarenos (apostólicos) así como en la larga historia de nuestras comunidades hebreas que se han mantenido fieles a la fe de nuestros mayores.

Siendo que El Mesías tiene, entre otras cosas, la responsabilidad de hacer volver el mundo entero al conocimiento de Di-s, El Mesianismo está abierto a todos los hombres y mujeres de toda nación, pueblo y lengua para que sean traídos por medio de Yeshúa a una experiencia de conversión al Di-s de Israel que les haga participes de los pactos, promesas y esperanza que originariamente fue dada a nuestras doce tribus (Romiyim/Romanos 9:4), para que compartan en Israel y con Israel la herencia del reino prometido a David (Zekharyah/Zacarías 8:23).

Acceso a la rica herencia hebrea

Los gentiles/no judíos/extranjeros que renuncian a la idolatría y a las costumbres paganas de sus naciones de origen y vuelven sus ojos al Di-s de Israel, aunque no están obligados en algunos casos a vivir como judíos, y en algunos aspectos no tienen la misma responsabilidad, ni el mismo rol que el confiado a toda la casa de Israel, no obstante son hechos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de nuestro Abba Kadosh (Padre Santo), por tal motivo, los conversos de entre los gentiles no son injertados en el olivo natural para sustituir a Israel o para formar un nuevo y diferente Israel, sino para compartir en y con el Israel de siempre, las promesas de redención anunciadas primeramente a nuestro pueblo ahora renovado como El Israel de Di-s, un Israel compuesto por Judíos/Israelitas y Gentiles/Extranjeros redimidos en la Sangre de Yeshúa. (Shemót/Éxodo 12:49) (Vayiqrah/Levíticos 19:34) ((Yehoshúa/Josué 8:33) (Yeshayahu/Isaías 56:3) (Efesiyim/Efesios 2:11-19)

Se espera que los gentiles convertidos al Di-s de Israel, vivan de tal manera que santifiquen también el Nombre de nuestro Di-s entre las naciones, que ya no vivan más las costumbres de origen pagano y vano en cada una de sus áreas de vida, y aprendan de nuestro pueblo todas aquellas promesas y esperanzas contenidas en los pactos, para que así sepan cómo conducirse apropiadamente en medio de la Congregación de los Santos, a la que son bienvenidos, no como visitantes o extranjeros, sino como hermanos y conciudadanos (Romiyim/Romanos 12:1-2) (Qorintiyim Bet/2 Corintios 6:14-17) (Efesiyim/Efesios 4:17-24)

Para que esto sea así, los conversos de entre los gentiles, que reciben por la fe en Mashíaj la ciudadanía de Israel, efectiva bajo el gobierno del Mesías, están sujetos de entrada sin las demandas de “Toda la Toráh” y mucho menos de las “obras de la ley” (reglamentos rabínicos) a la decisión del Concilio Nazareno de Jerusalém, dirigido por Yaakob/Jacobo, el hermano de nuestro Rabí según este registrado en Maaseh o Gevurot/Hechos 15 y que se define en tres áreas centrales.

a)     Las Siete Leyes Noéticas

b)     Las Instrucciones de Moshé/Moisés según la doctrina del Rabí Yeshúa

c)      Los mandamientos e instrucciones de los Emisarios/Apóstoles

Esto último es importante porque los Ketuvim Netzarím/Escritos Nazarenos llamados por el cristianismo “cartas apostólicas” indican la existencia de aproximadamente 1,050 mandamientos que se derivan de las 7 Leyes Noéticas  y de las 179 instrucciones que fueron confiadas a los discípulos de Yeshúa que aplican también a los creyentes de origen gentil que será necesario conocer y utilizar apropiadamente para que en todas las cosas, los redimidos de entre las naciones exalten y glorifiquen al Nombre del Di-s de Israel, por Yeshúa nuestro Rab (Gran Maestro) juntamente con sus hermanos israelitas.

Las demás instrucciones contenidas en el Tanak (Toráh, Profetas y Escritos), si aplican, están disponibles para los creyentes de origen gentil si así lo desean, pero no están obligados en algunos casos a guardarlas, aunque quedan abiertas a su decisión personal, según  la libertad que tienen en Mashíaj, no para hacer lo malo, sino para responder apropiadamente a lo bueno y bajo las instrucciones de un Beit Din (Consejo de Ancianos) autorizado, para que todo se haga decentemente y con orden.

Es necesario que los creyentes de origen gentil, como es el caso de sus hermanos judíos, también recuerden siempre de dónde han sido sacados y en donde han sido injertados y cuán importante es que aprendan bien los caminos del Eterno, para provocar a celos a la comunidad hebrea, que todavía no le ha sido concedido aceptar el Testimonio de Yeshúa como El Mesías anunciado por Moshé/Moisés y el resto de los Neviím/Profetas, hasta el tiempo para su revelación, que justamente, desde nuestra perspectiva bíblica ha llegado y una de cuyas llaves proféticas ha sido colocada precisamente en las manos de los creyentes de origen gentil. (Romiyim/Romanos 9, 10 y 11).

Restauración de una desviación

Debido a la inclusión de los conversos de las naciones dentro de los pactos y promesas dadas a Israel, como había sido anunciado desde el principio (Bereshit/Génesis 12:1-3) y su extraordinario número que los hizo mayoría dentro del olivo natural y agregado a esto, la desaparición temporal de judíos creyentes en Yeshúa ejerciendo el liderazgo de la Comunidad de Discípulos, un transformación vino en consecuencia trayendo como resultado lo que hoy se llamamos “cristianismo”.

Con el surgimiento ahora de cada vez más y más judíos que confiesan a Yeshúa como Su Mesías y viven según la normatividad de la fe de los profetas y los justos de Israel, se ha dado la impresión de que se estuviera imponiendo una nueva doctrina o práctica a los creyentes de origen gentil ahora llamados “cristianos” con una religión diferente denominada “cristianismo” en más de 2,014 ramas diferentes, las cuales se han formado y crecido separadas de sus raíces hebreas y posiblemente en desconocimiento de la fe mesiánica de nuestro pueblo judío.   Así que “el mesianismo” o “judaísmo nazareno” no es algo “nuevo” que está surgiendo o que pretende imponer a sus hermanos cristianos una fe y una práctica que le han sido por mucho tiempo quizá vedadas o desconocidas, pero que para los judíos como para los “cristianos” del siglo I, II, y III, era la manera ancestral y natural de expresar su fe en el Di-s de Israel y de Su Mesías.

Recordemos, que al principio el asunto no era: ¿Qué hacer con los judíos que confiesan a Yeshúa como El Mesías? Sino ¿Qué hacer con los gentiles que se convierten a Di-s?   Hoy día, la pregunta ha cambiado y nuestros hermanos de origen gentil se preguntan algunos asustados y confundidos ¿Qué vamos a hacer con los judíos que ahora surgen confesando que Yeshúa es el Mesías? Pero al principio no fue así, y si hubiera una respuesta que dar a eso sería, devolverles el liderazgo de la iglesia, y que ocupen su lugar original.   Los judíos saben cómo deben vivir, pero no pretenden imponer su manera de vivir a los hermanos no judíos así que los cristianos bien harían en no rechazar o irrespetarles al ver la forma de expresar la fe de Israel, es diferente a la que ellos han heredado del cristianismo.

Conclusión:
El Judaísmo Nazareno, no es un “nuevo viento de doctrina” que se está inventando a última hora, no caigamos en el error de llamarle así, sino que se trata realmente de una restauración de la fe cristiana y del cristianismo primitivo, el cual estaba arraigado en una larga tradición recibida por revelación, a través de los patriarcas y de Moshé/Moisés y en el resto de los profetas y sabios que alcanzó su máxima expresión en el más grande de todos, Yeshúa El Mesías Judío, aquel de quien hablaron y anunciaron precisamente Moisés y los profetas.

 
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